El Papa Juan Pablo II, en su carta apostólicaSalvifici Doloris, aborda el tema del dolor y el sufrimiento desde una perspectiva cristiana. El objetivo principal de esta carta es dar sentido al sufrimiento humano a la luz de la fe en Jesucristo, quien experimentó el dolor y la muerte en la cruz para redimir a la humanidad.
El sentido del dolor y el sufrimiento
Juan Pablo II plantea que el sufrimiento va más allá de la enfermedad física, ya que también existe el sufrimiento espiritual. Además, no solo existe el sufrimiento individual, sino también el sufrimiento colectivo causado por los errores y transgresiones de los seres humanos, como las guerras.
El Papa destaca que el dolor y el sufrimiento son realidades negativas que plantean un desafío para la razón humana. A menudo, nos preguntamos por qué existe el mal y por qué Dios permite el sufrimiento en el entorno. Para responder a estas preguntas, es necesario comprender la relación entre el mal moral y el mal físico.
Según la teodicea clásica, el mal moral es resultado del mal uso del libre albedrío humano, mientras que el dolor y el sufrimiento son consecuencias expiatorias de este mal moral. Dios, siendo infinitamente bueno y justo, permite el sufrimiento como una forma de respetar la libertad humana. Sin embargo, esta explicación no aborda completamente el dolor del inocente.
Jesús, en el Evangelio, rechaza explícitamente la idea de que el dolor y el sufrimiento humano sean una explicación del mal moral. Él muestra que Dios también puede sufrir al aceptar voluntariamente el dolor, el sufrimiento y la muerte en la cruz. Sin embargo, su resurrección demuestra la omnipotencia de Dios y ofrece una respuesta concreta a la compatibilidad entre el dolor y la omnipotencia divina.
La respuesta de Jesús al sufrimiento
Jesús, a través de sus obras milagrosas, muestra su poder para aliviar el dolor y el sufrimiento humano. Al mismo tiempo, él invita a los seres humanos a unirse a él en la lucha contra el sufrimiento a través de obras efectivas. Además, Jesús rompe la idea de que el mal debe ser compensado con otro mal, enseñando que la verdadera compensación del mal se encuentra en el perdón y el arrepentimiento.
En su vida terrenal, Jesús revela la nueva visión de las relaciones humanas y la perspectiva del amor. Aunque el amor y el sufrimiento siguen siendo un misterio para la razón humana, el sufrimiento se convierte en una prueba a través de la cual el amor puede ser demostrado y fortalecido.
El sentido escatológico del dolor y el mal
Finalmente, Juan Pablo II enfatiza la importancia de dar un sentido escatológico al dolor y al mal presentes en el entorno. La bondad y la omnipotencia de Dios son fundamentales para comprender que el sufrimiento no es en vano, sino que puede ser redimido y transformado en algo bueno en el plan divino de salvación.
La carta apostólicaSalvifici Dolorisdel Papa Juan Pablo II ofrece una reflexión profunda sobre el sentido del dolor y el sufrimiento desde una perspectiva cristiana. Aunque el sufrimiento sigue siendo un misterio, se presenta como una oportunidad para unirse a Jesús en su obra redentora y encontrar consuelo en la promesa de la vida eterna.