El segundo mandamiento de la Iglesia Católica es no tomarás el nombre de dios en vano. Este mandamiento tiene como objetivo principal el respeto hacia el nombre del Señor y el uso adecuado del mismo. Se nos enseña que el nombre de Dios debe ser pronunciado únicamente para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo.
Una forma grave de tomar el nombre de Dios en vano es a través de la blasfemia, donde se denigra, burla o injuria a Dios de manera intencionada. También se considera tomar en vano el nombre de Dios cuando se invoca para mentir.
A lo largo de la historia, se ha abusado del nombre de Dios para enriquecerse, librar guerras, discriminar personas, torturar y matar. Incluso en la vida cotidiana, se transgrede el segundo mandamiento al mencionar el nombre de Dios o de Jesucristo en conversaciones poco serias o al utilizar maldiciones que involucran su nombre.
La historia del nombre de Dios
Cuando Dios habló a Moisés en la zarza ardiente, reveló su nombre como jehová, que significa yo soy el que soy o yo soy. Este nombre muestra la naturaleza de Dios como aquel que es completamente idéntico a sí mismo, inalterable y eterno.
Por respeto, los judíos evitan mencionar el nombre Jehová y en su lugar utilizan adonai que significa señor. Esto se debe a que desean evitar utilizar en vano, incluso de manera no intencionada, el nombre de Dios.
Además del nombre Jehová, el Antiguo Testamento hace referencia a otros nombres de Dios, como el dios de abraham, dios de isaac y dios de jacob, que hacen alusión al obrar divino en la historia. También se le llama jehová de los ejércitos en referencia a los ángeles.
En el Nuevo Testamento, Jesús enseña a orar llamando a Dios padre y en el envío dado a los Apóstoles, se menciona a Dios como padre, hijo y espíritu santo. Este nombre revela la naturaleza trina de Dios y está prohibido hablar de manera indigna sobre las tres personas divinas.
Qué nos enseña el segundo mandamiento
El segundo mandamiento nos enseña a respetar el nombre del Señor y a no utilizarlo en vano. Debemos ser conscientes de la responsabilidad que implica pronunciar el nombre de Dios y utilizarlo únicamente para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo.
Además, el segundo mandamiento nos prohíbe utilizar el nombre de Dios de manera inconveniente, como en blasfemias o maldiciones. También nos enseña a no abusar del nombre de Dios al realizar promesas que no tenemos intención de cumplir o al hacer juramentos falsos.
El nombre cristiano es conferido en el sacramento del Bautismo y se nos anima a elegir nombres cristianos que reflejen nuestra fe y que nos recuerden la vida de los santos. También se nos enseña a comenzar nuestras oraciones y acciones haciendo la señal de la cruz en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El segundo mandamiento nos invita a ser respetuosos y conscientes del nombre del Señor y a utilizarlo de manera adecuada. Debemos evitar tomar en vano el nombre de Dios y utilizarlo únicamente para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo.