El cristianismo tuvo un papel significativo en la historia del Imperio Romano. A pesar de la persecución y la violencia por parte de las autoridades romanas, las comunidades cristianas lograron resistir y expandirse a partir del siglo III. La crisis política, económica y social de ese período contribuyó a la difusión del mensaje cristiano entre las clases populares y acomodadas. Así surgieron los primeros sacerdotes y obispos, encargados de oficiar ritos e interpretar textos sagrados como los evangelios. Este fue el origen de la Iglesia cristiana como organización religiosa.
El cristianismo experimentó un éxito imparable y, en el año 313, el emperador Constantino puso fin a las persecuciones en el Edicto de Milán. Además, estableció la libertad religiosa dentro del Imperio Romano y se convirtió al cristianismo poco después.
A lo largo del siglo IV, el cristianismo se convirtió en la religión mayoritaria del imperio, desplazando a los demás cultos. Fue el emperador Teodosio quien, en el año 380, estableció el cristianismo como religión oficial con el Edicto de Tesalónica. A partir de ese momento, las demás religiones fueron prohibidas y el cristianismo se convirtió en la única permitida.
La conversión del Imperio Romano al cristianismo
El 8 de noviembre del año 392 se invirtieron los roles que el cristianismo y el paganismo habían tenido durante siglos en el Imperio Romano. El emperador Teodosio I el Grande prohibió totalmente el paganismo e impuso el cristianismo como religión oficial, poniendo fin a la coexistencia entre ambas religiones. Esta decisión dio lugar a la persecución de aquellos que no se sometían a la nueva ortodoxia, como el asesinato de la filósofa Hipatia de Alejandría.
El proceso de asimilación del cristianismo en Roma no fue fácil. A diferencia de otros cultos, el cristianismo reconocía a un único dios y rechazaba la idolatría. Para facilitar la asimilación, se sustituyó la multitud de dioses por diversos santos, estableciéndolos como patronos de actividades y profesiones. Templos paganos fueron transformados en iglesias y el culto a los antiguos dioses fue reemplazado por la veneración a los santos y a la Virgen.
El surgimiento del cristianismo en Roma
Durante más de tres siglos, los cristianos fueron perseguidos en el Imperio Romano. Sin embargo, la religión ganó popularidad entre las clases humildes, que encontraban esperanza en ella. El rito del bautismo era un paso imprescindible para formar parte de la comunidad cristiana, y muchos adultos abandonaban públicamente sus prácticas paganas para convertirse al cristianismo.
Aunque la conversión al cristianismo se realizaba por convicción en algunos casos, también había quienes se convertían por interés. A medida que el cristianismo ganaba fuerza, formar parte de esta religión se volvía cada vez más conveniente. A pesar de la aparente cristianización de la sociedad, pervivieron muchas costumbres paganas hasta la Edad Media, como la creencia en la magia y la brujería.
El cristianismo romano experimentó un crecimiento imparable en el Imperio Romano. A pesar de la persecución y la resistencia inicial, el cristianismo se convirtió en la religión oficial del imperio gracias a los edictos de Constantino y Teodosio. Sin embargo, la asimilación de esta nueva religión no fue fácil debido a las diferencias con los cultos paganos. Aunque el cristianismo se convirtió en la religión mayoritaria, la sociedad romana conservó muchas costumbres paganas durante muchos siglos.