El absolutismo monárquico: resumen y explicación

El absolutismo monárquico fue un régimen político que se desarrolló en Europa occidental durante la transición entre la Edad Media y la Edad Moderna, específicamente entre los siglos XVI y XVIII. En este sistema, todo el poder político se concentraba en las manos de un monarca, quien gobernaba sin restricciones y tenía el control absoluto sobre el Estado y sus súbditos.

Índice
  1. Origen y Características del Absolutismo Monárquico
  2. El Estilo de Vida de los Monarcas Absolutistas
  3. Justificación del Absolutismo
  4. Extensión del Poder y Política Económica

Origen y Características del Absolutismo Monárquico

El absolutismo monárquico surge como una evolución en la acumulación del poder de las monarquías, que se fue incrementando desde la Alta Edad Media hasta alcanzar su punto máximo en la modernidad. En este sistema, el rey ejerce su poder sin la existencia de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, que son inherentes a los regímenes republicanos o democráticos.

El monarca absoluto más representativo de esta época fue Luis XIV, quien sintetizó los principios del absolutismo en su famosa frase l'état, c'est moi (El Estado soy yo). Bajo su reinado, el poder del rey era absoluto y sus súbditos tenían la obligación de obedecer sin cuestionar sus decisiones.

El Estilo de Vida de los Monarcas Absolutistas

La vida diaria de los monarcas absolutistas estaba marcada por una serie de costumbres y rituales que demostraban su poder y autoridad. Por ejemplo, Luis XIV llevaba una vida llena de protocolos y ceremonias, donde cada acto cotidiano era considerado un ejercicio del culto a la majestad real.

Desde el momento en que se levantaba de la cama, Luis XIV era rodeado por una multitud de cortesanos que cumplían diferentes roles en su vestimenta y cuidado personal. La etiqueta era tan minuciosa que incluso la presentación de cada prenda de vestir tenía un protocolo establecido.

Además de estas formalidades, los monarcas absolutistas también se dedicaban a gobernar y tomar decisiones políticas. Luis XIV celebraba consejos con sus ministros y cada uno de sus actos estaba enfocado en el bienestar del Estado.

Justificación del Absolutismo

Existían dos argumentos principales utilizados para justificar el ejercicio absoluto del poder por parte de los monarcas. Uno de ellos era de carácter religioso y se basaba en la teoría del derecho divino, que afirmaba que los reyes gobernaban por ser los representantes de Dios en la Tierra.

Otro argumento, de carácter filosófico, sostenía que la creación de un gobierno fuerte y absoluto era necesaria para poner fin a la maldad inherente del ser humano. Thomas Hobbes, un destacado pensador de la época, defendía esta idea y afirmaba que la renuncia de los derechos individuales a favor de un gobierno absoluto era la única forma de evitar el caos y la guerra.

Extensión del Poder y Política Económica

Para extender su poder sobre todo el territorio, los monarcas absolutistas implementaron diferentes estrategias como la creación de una burocracia y un ejército permanente dependientes del poder central. También subordinaron a la nobleza y a la Iglesia y utilizaron la diplomacia para mantener el control sobre otros estados.

En cuanto a la política económica, los gobiernos absolutistas adoptaron medidas mercantilistas. Estas medidas buscaban acumular la mayor cantidad de oro y plata posible, ya que se creía que la riqueza de un Estado estaba directamente relacionada con la cantidad de metales preciosos que se poseía. Para lograr esto, se aplicaron políticas proteccionistas que limitaban la importación de productos extranjeros.

El absolutismo monárquico fue un régimen político caracterizado por la concentración total del poder en manos de un monarca. Aunque su poder era absoluto, los monarcas justificaban su autoridad a través de argumentos religiosos y filosóficos. Además, implementaron diferentes estrategias para extender su poder y aplicaron políticas económicas mercantilistas.

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