En este artículo, analizaremos el cuento la casa de azúcar de Silvina Ocampo, centrándonos en el concepto del doble y la ajenidad. Exploraremos los personajes de Cristina y Violeta, así como el papel del narrador-personaje en la historia.
El Doble en la casa de azúcar
Desde el título mismo del cuento, podemos inferir una conexión con el entorno maravilloso. El azúcar, un elemento dulce y frágil, nos remite a la infancia y a los cuentos de hadas. Este elemento apetecible se relaciona con el tema del doble y la identidad en el relato.
El personaje de Cristina experimenta una transformación a medida que se adentra en la vida de Violeta. Su relación con su esposo se vuelve distante, y ella comienza a cantar sumergida en un entorno ajeno. Esta situación lleva a su esposo a investigar quién es realmente Violeta. Cristina se siente embrujada y se reconoce a sí misma como otra persona, más feliz que antes.
En este punto, podemos relacionar la historia con el concepto de ajenidad propuesto por la licenciada Esponda. La ajenidad se refiere al descubrimiento de lo otro en uno mismo, cuando el individuo no se reconoce a sí mismo. Cristina experimenta esta sensación de desconocimiento y se ve transformada por la personalidad de Violeta.
El Personaje de Violeta
Violeta es construida a partir del relato de los otros personajes, como la muchacha y la profesora de canto. Solo conocemos su voz a través de los comentarios de la profesora de canto al esposo de Cristina. La profesora menciona que alguien le ha robado la vida y que pagará caro por ello. Violeta es descrita como una persona loca, internada en un sanatorio frenopático. Ella había predicho la usurpación de su identidad por parte de Cristina y la juzga como una ladrona.
Es interesante notar que la joven también es poseída por la personalidad de Violeta, lo que plantea la pregunta de quién es realmente el doble en esta historia. Ambos personajes se ven afectados por la presencia del otro, y sus identidades se entrelazan de manera compleja.
La casa de azúcar de Silvina Ocampo es un cuento que explora el tema del doble y la ajenidad. A través de los personajes de Cristina y Violeta, y con la ayuda del narrador-personaje, la autora nos sumerge en un entorno donde las identidades se entrelazan y se transforman. El azúcar, como elemento simbólico, nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de nuestras identidades y la posibilidad de ser otro.