En la Edad Media, Abelardo y Eloísa protagonizaron una historia de amor que les costó muy cara. Su idilio inspiró numerosas obras literarias medievales y románticas. En este artículo, te presentaremos un resumen de su historia y las ideas revolucionarias que defendieron.
La vida de Eloísa
Eloísa nació alrededor del año 1092 y recibió una educación refinada, algo poco común para las mujeres de su época. Fue sobrina de Fulberto, canónigo de la Catedral de París, y se convirtió en la primera abadesa del Paraclet, una abadía de la orden benedictina. Además, Eloísa era una mujer muy culta y hablaba hebreo, latín y griego.
A pesar de su educación y su posición social, Eloísa mantuvo una relación secreta con Abelardo, un hombre seductor, teólogo, poeta y monje francés. Su historia de amor fue trágica y está documentada en la obra de Abelardo titulada historia calamitatum. En esta obra, se recopilan las cartas que intercambiaron Abelardo y Eloísa, y se exploran temas como la aceptación de la realidad, el valor de hombres y mujeres, y la justificación del consuelo.
El encuentro con Abelardo
Abelardo conoció a Eloísa alrededor del año 1115, cuando él era su maestro. En aquella época, la docencia solo estaba destinada a aquellos que guardaban celibato. Abelardo era reconocido como uno de los grandes genios de la historia de la lógica y dedicó gran parte de su vida a la enseñanza y al debate.
Con el tiempo, Abelardo y Eloísa retomaron su relación amorosa en pleno Romanticismo. En la historia calamitatum, Abelardo confesó que sus momentos juntos estaban llenos de besos y pasión, más que de sabiduría y conocimiento.
El trágico destino de los amantes
Abelardo y Eloísa decidieron huir juntos a Bretaña para escapar del enojo del canónigo Fulberto, tío de Eloísa. Durante su exilio, nació su hijo llamado Astrolabio. Sin embargo, su felicidad no duró mucho tiempo, ya que fueron encontrados y obligados a separarse.
Como castigo, Abelardo fue castrado y Fulberto fue desterrado de París y sus bienes fueron confiscados. Abelardo se dedicó el resto de su vida a la enseñanza en distintos centros religiosos, mientras que Eloísa se retiró al convento de Paraclet, donde se convirtió en abadesa.
A pesar de estar separados, Abelardo y Eloísa continuaron escribiéndose cartas y mantuvieron viva la llama de su pasión a través de las palabras. Sus cartas son un testimonio de un amor que nunca se extinguiría, a pesar del tiempo y la distancia que los separaba.
Las ideas revolucionarias de Eloísa
Eloísa rompió con los paradigmas de su época al presentar ideas revolucionarias sobre el matrimonio. En una de sus cartas, Eloísa distingue entre el amor puro y verdadero y el matrimonio, al que considera una atadura impuesta por la sociedad.
Además, Eloísa critica a las mujeres que se casan por interés económico, afirmando que se venden a sus maridos y aman más sus bienes que a ellos mismos. Ella defendía la idea de un amor libre y auténtico, por encima de las convenciones sociales.
El legado de Abelardo y Eloísa
Abelardo falleció a los 62 años en Cluny en 1142, y su cuerpo fue enviado a Eloísa, quien lo sepultó en la abadía de Paracleto. Veintiún años después, Eloísa murió en 1164 y también fue sepultada junto a él.
La historia de Abelardo y Eloísa perdura como un ejemplo de amor apasionado y prohibido. Sus cartas son un referente literario medieval y han inspirado a numerosos autores a lo largo de los siglos.
Reflexiones finales
La historia de Abelardo y Eloísa nos invita a reflexionar sobre nuestras creencias acerca del amor. Aunque vivimos en una época diferente, seguimos idealizando el amor y buscando relaciones perfectas y duraderas. Sin embargo, el amor es complejo y puede llevarnos por caminos inesperados.
Es importante recordar que nadie puede darnos lo que nos falta, y que el amor verdadero no se basa en convenciones sociales o intereses económicos. Cada persona tiene su propia definición de amor y es importante respetar y valorar las diferentes formas de amar.
La historia de Abelardo y Eloísa es un recordatorio de que el amor puede enfrentar obstáculos, pero también puede trascender el tiempo y la distancia. Su historia nos enseña que el amor verdadero no conoce límites y puede inspirar a generaciones enteras.