Coldplay: magia, colores, y una cabeza llena de sueños.

Todas las fotos de este post fueron sacadas de Coldplay.com (yo no saqué ninguna. #SorryNotSorry)
Voy a intentarlo. Después de una semana de emociones, pocas horas de sueño, gritos descontrolados y realidades tan mágicas que parecían alucinaciones, la meta es plasmar en palabras todo eso que viví el 14 y 15 de noviembre de este año. Voy a intentarlo.



Prefacios...

El 31 de marzo del 2016, Coldplay arrancaba otro capítulo de su historia abriendo su gira mundial "A Head Full of Dreams" en el Estadio Único Ciudad de La Plata. Y esto escribía yo días después:

"Lo que viví anoche fue... increíble. No hay palabras para describir lo que sentís viendo un Estadio colmando con luces de la bandera de tu país. Se te pone la piel de gallina y ellos siguen saltando ahí arriba, cantando, llenándonos la cabeza de sueños... Gracias por eso. Y OJALÁ nos volvamos a encontrar".

Ese día nunca, (pero nunca) se me hubiera ocurrido pensar que tan solo 20 meses después iba a vivir una noche que superara de manera ambiciosa esa puesta en escena, ese cúmulo de emociones. Porque te puedo jurar que lo que hicieron ese miércoles 15 de noviembre de este año, cerrando esa gira mundial otra vez en #LaPlata fue terriblemente indescriptible, y nada comparado con otros recitales que había vivido: Coldplay volvió a hacer magia. 


La previa.

Casi que queriendo imitar ese inolvidable 31/03, el sol partía la tierra en las inmediaciones del estadio, donde miles de fans hacíamos fila para esperar a que abran las puertas y que así comiencen las emociones. Nota para vos que estás leyendo esto, y te parece que la idea de ir muy MUY temprano a hacer fila es una locura: es una experiencia única. Vivilo por lo menos una vez, para entender lo lindo que es conocer gente con las mismas pasiones que vos, para compartir las horas de espera que, seguramente solos, se nos harían eternas.

Pedíamos lluvia, pedíamos viento. Mirábamos al cielo y aunque las nubes se iban condensando de a poco, no había señales que indicaran que esos 33° que hacían fueran a aplacarse. Nos conocíamos y nos alentábamos. Hacía falta solo un emocionado para que todos comenzáramos a sentir la ansiedad. "Los vamos a ver", "faltan horas"decían, y el calor parecía sentirse un poco menos.

Entre brillos y carteles, flores y colores, se abrieron las puertas. del Estadio. Nos pedían que no corriéramos, pero la adrenalina y las ganas de llegar a ese primer lugar eran más fuertes que cualquier cosa. La meta era simple (pero a la vez compleja): llegar a la valla. Y una vez ahí, con ese escenario tan familiar de fondo, sentíamos que lo habíamos logrado. Fue ahí que comenzó todo.


La ansiedad. 

¿Y Oriana dónde está? pensábamos todos después de que una Catherine Fullop sonriente y simpática nos saludara desde la otra punta del Estadio, y las nubes comenzaran a arremolinarse sobre ese Estadio destechado. El sol seguía brillando, pero cada vez menos y las energías estaban cargadísimas. Sabíamos lo que estaba por venir. Un rayo lo anunció, y después de dos o tres gotitas comenzó la lluvia.

Oriana salió cuando estábamos empapados y con ganas de que la música nos devuelva el calor que habíamos sentido durante todo el día. Al principio, no me había emocionado la idea de que esté de telonera. Se le notaban los nervios y las ganas, y aún así nos hizo bailar a todos. Brilló por su belleza. Bailó y cantó como nunca, haciendo que cualquier reproche se lo llevara el viento. Ya faltaba poco, y se notaba mucho.


Dua Lipa fue la segunda en subir arriba de ese escenario. Admito que no había escuchado mucho de ella, o eso era lo que pensaba. Abrumadora, hizo vibrar el Estadio con su voz y su energía. Fue sorprendente verla, con sus casi recién cumplidos 22 años, haciendo de su confianza un show en si mismo. No solo nos hizo saltar, sino que saltó ella con nosotros. Y se despidió dejándonos a punto caramelo, esperando el momento cúlmine de esa gran noche a la que todavía le faltaban emociones por vivir.

Y algo chiquito y brilloso cayó justo en el medio del escenario.Se sintió un ruido atronador, miramos al cielo, cayó un rayo y con el miles de piedras blancas que picaban al chocar con nuestra piel. E instantaneamente, casi que con ese sentimiento de "estamos acá, ni esto puede frenar nuestras energías" se escuchó al Estadio entero coreando Viva La Vida, mientras el campo se llenaba de paraguas sinónimo de que nadie iba a moverse a pesar del clima. 


El final menos esperado.

Las luces se volvieron negras, de a poco se empezaron a prender las famosas Xylobands de un rojo furioso, el grito histérico de todos nosotros que seguíamos ahí, a pesar de todo y firmes como nunca. Había llegado el momento. Comenzaba el principio del fin.

Salieron los 4, sonrientes y quizás más ansiosos que nosotros, aunque no lo pareciera. Para ellos era el momento de terminar lo que habían empezado, y sabían que ese público se merecía todo lo que pudieran darnos. Y así lo hicieron.

El primer acorde de A Head Full of Dreams nos llenó de emociones. Fue un volver lleno de recuerdos, pero con tintes nuevos y mejores. Después de 20 meses, volvíamos a escucharlos en vivo. Volvíamos a verlos realizar magia arriba de un escenario, y dejarnos enamorados de su música otra vez.

En serio les digo, fue indescriptible lo que vivimos esa noche. No encuentro palabras justas, porque todo parece quedarles chico. Los papelitos volaban en el aire, arremolinados por el viento, mientras el único entero brillaba al igual que ellos. Encendieron La Plata no solo una, sino cuatro veces, y cada una fue mejor que la anterior. 


Chris habló español, miró alucinado al público mientras coreaba el final de Fix You, sabiendo que, cómo a el, a nosotros también nos parecía un sueño. Los técnicos, quizás agotados luego de casi dos años de gira, en vez de mirarlos a ellos nos miraban a nosotros, emocionados y sonrientes. Cantaban junto al gran público argentino, que una vez más los dejó anonadados.

Se repitió dos veces la intro de Charlie Brown porque así lo quisieron, y nosotros respondimos enloquecidos a ese pedido. Vitoreamos Viva la Vida como si fuera la última canción que íbamos a cantar en nuestras vidas. Escuchamos con un silencio súblime ese nuevo tango compuesto para nuestro país, que solo logró confirmarnos que nos aman tanto como nosotros a ellos. Nos emocionamos con ese homenaje a Soda Estereo, y gracias totales por eso.

Días después de vivirlo, sigo sin creerlo. La emoción y el orgullo siguen llenando el pecho. Nos eligieron, tanto como nosotros los elegimos a ellos. Nos hicieron su familia, cerrando un capítulo de su historia en este país donde tanto fanatismo generan, y donde no podemos dejar de esperarlos otra vez. 

Gracias por la música. Gracias por la magia. Gracias por no dejar que nos separen las fronteras. Gracias por este gran amor argentino que generan cada vez que vienen a visitarnos. Y que, otra vez, nos volvamos a encontrar. 

Noe Torres

PD 1: Como siempre digo, relato de #ChicaFan al 100%. No esperen objetividades de una noche que va a quedar en mi memoria para toda la vida.

PD 2: Como siempre digo 2, muchas gracias a ella por acompañarme en estas locuras una vez más. La música nos hizo amigas, estas aventuras nos hace hermanas ♥

PD 3: ¡y no podía dejar de agradecerles a ellos que nos bancaron estos dos días! Neri, David, Mili, Maca, Vale, Sofi, Abril... ¡Que la música nos vuelva a encontrar!

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