“Me gusta entender cómo funciona cada persona, cómo
actúan. Eso lo estoy disfrutando ahora porque en el proceso al principio tenés
que andar renegando por no entender algunas cosas, te haces mala sangre”
expresa Miguel Ángel Salinas mirando a la gente que pasea por el centro de
Plaza Moreno.
15:30 en la plaza central de La Plata, a pesar del viento
el día está soleado y perfecto para estar al aire libre. En el centro del lugar todos los fines de semanas Miguel Ángel
Salinas prepara su puesto para compartir con la gente lo que
hace.
Es un hombre solitario y pasivo, tiene 3 hijos que cuando
lo ven dibujar lo imitan. Su inspiración surge de la observación de gestos de las personas que recorren las calles. Tenía 5
años cuando se le despertó la pasión por el dibujo, cuando una tarde en su casa
se quedó maravillado con un dibujo que había hecho su primo.
“Me acuerdo que había copiado la caricatura de un
arquero de Boca y que después empecé a
dibujar a todos a mi manera” recuerda Miguel.
Miguel Ángel Salinas en Plaza Moreno.
Comenzó trabajando a voluntad, pero no resultó y termino
haciéndolo gratis durante un tiempo. “Mi ilusión era que la gente colaborara
pero a veces no me daban nada” comenta
el artista y agrega "en esa época tenía la suerte de que estaba el 1 a 1 y
con 30 pesos por día me podía manejar. A veces no llegaba a 5 pesos y otras,
no hacía nada. Tenía la suerte de que en ese sentido mi familia me apoyaba
porque llegaba a mi casa y tenía un plato de comida. La sufrí más psicológicamente
que materialmente” cuenta el dibujante mientras su voz se pierde entre las campanas de la Catedral y
el movimiento típico de un domingo por la tarde en Plaza Moreno.
Tiene como referentes a Jorge de los Ríos y a Luis Ordoñez, de hecho sus comienzos
fueron copiando a este último. “Cuando fui creciendo siempre me atraía el
estilo de él, es más hasta hace muy poco copiaba los ojos y las manos, que era algo que lo
caracterizaba. Además fue a la escuela de Ordoñez 2 o 3 mese, donde conoció a Luis y rescató algunas técnicas y
recursos. Intentó estudiar Diseño Gráfico pero después de hacer los tres meses
de ingreso se dio cuenta de que eso no era lo que quería. Hizo casi un año animación y cada vez que tiene tiempo y dispone del dinero
hace cursos para perfeccionarse.
***
Hace 8 años que comenzó a trabajar de caricaturista y
aunque tuvo muchas metas en el camino nunca desistió:
“Yo al proceso lo sufrí porque no tenía a nadie que me
diga esto se hace así o de esta otra forma, los procesos se sufren, depende si
te das cuenta, yo no me daba cuenta de las cosas y a veces salía llorando de
los negocios porque tenía pánico y a veces buscaba cualquier excusa para no
salir de la pieza. La sufrí pero por ahí eso hace que la disfrute más y siento más confianza con lo que hago”,
cuenta Miguel Ángel.
¿Quién te alentó a que siguieras trabajando del dibujo en
la calle?
Fue casi obligatorio porque, a los 24, yo estaba
trabajando en un lavadero de autos, estaba de 8 de la mañana a 8 de la noche,
no tenía tiempo para hace nada. Siempre tuve problemas en la rodilla, me
lesioné los meniscos y me dijeron que me tenía que operar. La solución era usar
plantillas pero lo dejé estar y de grande, tuve un problema grave por lo que ya
no podía caminar y me internaron. Fue cuando estaba internado en el hospital
que me decidí por el dibujo. Empecé practicando con el lápiz sobre la hoja en
vivo y en directo en el hospital.
Miguel estuvo internado aproximadamente un año y medio en
el hospital por reiterados problemas en la pierna, pero, a pesar del mal
momento que atravesaba, utilizó el arte como
un incentivo para mejorarse. Comenzó retratando los rostros de las enfermeras, doctores y pacientes que
estaban en el hospital con él. “Me tomaba mí tiempo, por ahí una hora y media. Después, cuando me dieron el alta,
empecé a ensayar la rapidez, me conseguí un atril y practicaba con la tele”
Ya recuperado decidió
mostrar su habilidad con el dibujo en lugares públicos. Sabía que le
faltaba práctica así que se acercó a una
de las tiendas de calle 50 entre 7 y 8 y pidió retratar caras que entraban al
lugar para practicar la velocidad y el movimiento.
Pero Miguel recuerda ese comienzo como una crisis más
psicológica que material, porque el estar aislado aproximadamente 18 meses le
produjo “fobia social” que por momentos
no podía controlar. Este trastorno es uno de
los más limitantes y está caracterizado
por un miedo intenso en situaciones sociales que causa una considerable
angustia y deterioro en la capacidad de funcionamiento en distintas áreas de la
vida diaria.
“Me costaba hablar con la gente y había veces que me
volvía a mi casa. Fallar en un retrato, aunque sea uno, me ponía muy nervioso.
Después me invente una frase y entraba a los locales a pedir permiso para
retratar a las personas con todos los
nervios del mundo pero de a poco me acostumbraba al trato con la gente.”
Miguel Ángel supo salir de esas crisis sólo porque
entendió cual era la clave para superar el miedo que sentía.
“Cuando no te sale algo, te frustras y la misma frustración
hace que lo dejes pero si uno está preparado para esas cosas se disfruta más y
se hace más interesante” reflexiona Miguel
Durante unos pocos meses dibujó en tiendas hasta que vio que sus dibujos estaban bien y
que podía avanzar. Consiguió un banco y una mesa plegable y armó un puesto en
la calle 51 entre 7 y 8.
“Llegué y no tenía muestra, no tenía nada. Me acuerdo que
no se acercaba nadie. Había pegado carteles que decían “caricaturas a voluntad”
y un artesano que estaba al lado mío vino y me dijo que ponga caricaturas gratis,
la gente por ser gratis se va a acercar. Entonces lo dibujaba y algo me tiraba”
comenta el artista, y agrega: “Me acurdo la primera vez yo temblaba como loco, no sé cuánto tardé y ni me acuerdo como quedó pero la sufrí bastante”
***
Las campanas de la catedral se escuchan de fondo, y la
voz suave del dibujante se pierde junto con su mirada que divaga por toda la
plaza. El ruido del motor de los autitos eléctricos en los que juegan los chicos, la gente que se acerca a ver el
cartel que está ubicado junto al puesto, las madres inquietas persiguiendo a
sus hijos, el movimiento constante de gente que va de un lado al otro, Miguel
está pendiente de todo eso y va armando en su mente una radiografía interna de
cada persona.
“Para lograr el parecido lo primero que le veo es la
expresión. Llega un momento en el que trato de imitar a la persona, estoy
mirando todo el tiempo las caras y me han preguntado “¿Qué mirás?” pero para
que el dibujo quede parecido le veo la expresión” comenta el artista que parece
más distendido.
Salinas cuenta que tuvo que luchar mucho contra los
comentarios de la gente pero con el tiempo se dio cuenta que se tenía que
acostumbrar a los que eran desafortunados.
“Lo más difícil para mí es que la gente no entiende que
uno está recién empezando entonces te critican. Tenes que acostumbrarte a que
te digan “cuánto tarda” o “mirá nada que ver”. La gente se tiene que dar cuenta
que vos estas empezando y necesitas
apoyo. Al principio yo temblaba y me ponía nervioso y más o menos ahora
que a la gente le gusta lo que hago, se manejan muchos tiempos y te llegás a
dar cuenta de muchas cosas.”
Además de trabajar en las calles Miguel Ángel realiza talleres en diversos
centros culturales como “El Teatro Bar” de 43 e/ 7 y 8, el “Club Español” de 6 y 54, “La enseña de las tres ranas”, que
está en frente de la Facultad de Bellas Artes y en el centro cultural La
Colmena, de diagonal 79 e/ 5 y 6.
Respecto a su desempeño como docente Miguel Ángel
comenta: “Todos tienen diferentes
maneras de ver, yo trato de que se den cuenta y que entiendan lo que piensa el
otro” explica Salinas, y agrega que no le enseña a sus alumnos a copiar su
estilo sino que les da herramientas para que desarrollen el suyo propio.
Miguel Ángel Salinas
cuenta que le quedaron pendientes muchas cosas y que si tuviera que
volver atrás le hubiera gustado empezar desde antes con su profesión y por eso
tiene la meta de seguir mejorando sus dibujos.
“En este momento estoy entendiendo que todo lo que se
haga para el público, mientras le guste lo que hago pero más que nada mientras
disfrute mi tarea, siempre me está alcanzando justo para lo que necesito, y lo
más importante es que estoy disfrutando de este proceso. Espero que mientras
más mejore más va a valer.”
Gracias a Miguel Ángel por la buena onda y por compartir con nosotras tu historia!
Ramona.
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