Casi Argentinos :)


Mas de 300 jóvenes de todo el mundo llegan por año a nuestro país para vivir el nuevo fenómeno de los intercambios estudiantiles.
“No fue un año en mi vida, fue el año de mi vida”. Lorenzo lo remarca así. Él, Italiano, más precisamente de Mondoví, una ciudad en el norte del país, decidió venir a estudiar con tan sólo 17 años a nuestro país. “Estuve en Argentina 11 meses, desde el 21 de agosto del 2009 hasta el 22 de julio del 2010”, cuenta. 

Lorenzo Rossotti es uno de los más de 300 chicos que llegan a Argentina cada año para realizar intercambios culturales a través de diferentes programas. Pueden ser anuales, semestrales, intensivos de dos meses, hasta incluso se proponen trabajos de voluntariado en las diferentes ONGs del mundo. “Depende de lo que quieran ellos” explican los encargados de dirigir AFS (American Field Service) en Santa Rosa.

¿Qué es AFS? Una organización sin fines de lucro que tiene el objetivo de promover experiencias educativas internacionales. Esta asociación comenzó con los intercambios en 1947, con la idea de fortalecer las diferentes culturas, promover la paz y el entendimiento entre ellas. 

Castellanizados.


Las razones que dan los chicos que quieren venir a estudiar a Argentina son muchas, principalmente el aprendizaje del idioma. El castellano es el tercer idioma más hablado del mundo, después del inglés y del mandarín. “Siendo el castellano de origen latino, como el italiano, no me resultó tan desafiante como imaginaba” relata Lorenzo. Y Sigue: “Yo llegué a Argentina sin saber nada de lo que me esperaba”. Buscó un poco en internet sobre las costumbres y Latinoamérica, “aún sin saber lo hermoso que iba a ser descubrir un nuevo mundo”. 

“Que venga un extranjero a tu casa es la forma más divertida de aprender un idioma”, dice Sheila Bajos, una estudiante de Ingeniería en Sistemas de la Universidad Nacional del Sur, de Bahía Blanca. La joven de 21 años estaba estudiando francés cuando decidió anotarse en un programa para alojar chicos de otras nacionalidades en su casa. Expresa que con el tiempo a los anfitriones les empieza a gustar el intercambio cultural que se da, ya que conoce otras costumbres, otras comidas, otras maneras de ver la vida. Sheila adoptó varias costumbres de los chicos a los que alojó, relacionados sobre todo con los hábitos alimenticios. Comer más temprano y desayunar con frutas son dos de ellos. “Es una forma divertida de salir de la rutina. Te abre la cabeza” opina. 

Mamá, papá: me voy a viajar por el mundo. 


“¿Cuándo voy a tener la chance de irme al otro lado del mundo, a otro continente, a los 17 años?” Así lo ve Lorenzo. Él, al ser europeo, relata que no iba a elegir un país de Europa sabiendo que quizás con dos horas de viaje iba a poder conocerlo. Y cuenta qué significaba para él Latinoamérica: “era un mundo encantado, la patria de las oportunidades”. 

El objetivo de los intercambios estudiantiles es ese: viajar, encontrar nuevas personas, culturas muy diferentes las unas de las otras. “Ver paisajes hermosos a lo largo del mundo” agrega el italiano. 

“Además de aprender un nuevo idioma, que es para lo que más utilizan los chicos el intercambio, aprenden a adaptarse a nuevas situaciones, maduran al independizarse, y reciben nuevas responsabilidades” explican los representantes de AFS al interrogante sobre las ventajas de que un adolescente viaje solo por el mundo. 

La organización también entiende la preocupación de los padres de que jóvenes de tan poca edad (los intercambios pueden comenzar a hacerse desde los 13 años, incluso con menos edad) viajen y se hospeden en un lugar que ellos no conocen. “AFS está de acuerdo en que tenemos que apoyar a los chicos, y que su cuidado se tiene que tomar muy seriamente.” Aclaran los representantes de la asociación. 

Previamente al viaje, se prepara y capacita al joven con diferentes actividades. Todos los estudiantes que decidan viajar cuentan con un consejero que los va a ir orientando a medida que se vayan realizando las diferentes etapas que cuenten en la experiencia. Las capacitaciones se dan previa y posteriormente al cumplimiento del intercambio, incluso una vez que vuelven al país de origen. 

AFS cuenta que la razón de los intercambios es que no sólo te hacen conocer una nueva cultura, “te hacen vivir dentro de ella”. Así es como los chicos se tienen que adaptar al idioma, a las comidas, a las nuevas reglas impuestas por los “padres adoptivos”, a nuevas actividades, a sus nuevos compañeros de colegio. 

Lorenzo también cuenta cómo es la mirada europea que se tiene sobre Latinoamérica: “El imaginario colectivo lo ve como un continente con muchas oportunidades, bellezas únicas que esperan ser descubiertas”. Relata que admira los llanos patagónicos y pampeanos. Que recuerda los relatos de su abuelo, donde esta parte del mundo era la chance de escapar de la pobreza y los problemas, gracias a la inmigración. 

El italiano se asombró con la infinita Patagonia. Con el silencio y el viento Pampeano. Recuerda los atardeceres, cuando el sol se perdía por el horizonte. “Un conjunto de segundos de pura emoción que te da la gana de continuar viviendo. Eso es LATINOAMERICA.”


Hasta acá llegamos (por hoy). Pero no se asusten que mañana si Ella me deja les traigo la segunda y última parte de esta historia :)

Albertina

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