Cada hospital
al que concurren los payamédicos es un libro lleno de anécdotas lindas y
algunas no tan lindas pero cada uno de ellos son contadas desde un punto de
vista positivo. Al ser una terapia para todo tipo de edades, las experiencias
son variadas. María Fronchkowsky y Laura Stivel forman parte del grupo de
chicos que van al hospital Rossi de la ciudad de La Plata. Ambas están en su
“payantía” y trabajan en tu mayoría con adultos.
Por lo
general todos coinciden en que es mucho más fácil interactuar con los chicos
porque que en esa relación no se pone en juego la palabra y está más abierto al
juego. Sin embargo los adultos también logran participar desde otro lugar. Respecto a esto Laura cuenta una de las
intervenciones que más le gusto.
“Una de las intervenciones fue
con dos abuelitas, que al verlas desde la puerta dudé mucho de entrar. La
imagen no inspiraba mucha alegría y agradezco no haberme dejado llevar por eso,
porque entré y esa habitación era una fiesta. No me explicaba de dónde sacaban
tanta pila, tanta energía, tanta vida. No me las volví a cruzar pero me acuerdo
siempre de esa intervención porque fue muy hermosa. Nos costó muchísimo
terminarla, estuvimos como más de media hora ahí con ellas.”
Cada uno tiene una intervención diferente, pero todas tienen
algo en común, todas derivaron en risas o en algún progreso. Para María la
intervención que más le marco fue su
primera experiencia: el alta de un joven
de 18 años que había estado internado varios días. “Fue muy emocionante porque
nos agradeció por haber ido, nos dijo
que nos iban a extrañar y que siempre nos iba a llevar en su corazón” recuerda
María con nostalgia.
Josefina Mauro, payamédico del hospital de niños recuerda la
intervención que más le gusto y la llenó
de felicidad. La anécdota duro segundos, y de hecho fue la más breve, pero en
el momento en el que empezó a contarla
no pararon de brillarle los ojos y no podía dejar de sonreír.
“Me acuerdo
una vez que nos había sobrado tiempo y estábamos aprovechando lo que nos
quedaba en el pasillo. En una de las galerías encontramos a una mamá que tenía
a su hijo en el quirófano a punto de
operar. El nene no paraba de llorar y
ella nos pedía por favor desesperada que
entremos a verlo, entonces una de las chicas preguntó si podíamos entrar y
entramos, nos limpiamos bien porque era pre quirúrgico y ahí sentí satisfacción
cien por ciento, no lloró más. Nos costó pero, nos agarramos las manos, y le
mandábamos fuerza.”
Pero hay
muchas más anécdotas que recorren las salas de los hospitales del interior,
como la que cuenta Ana Karina Campestrini, una dulce paya de Chaco que desde 2010 es Dra.
Nita Ferrita. Actualmente Karina hace intervenciones en el Hospital Pediátrico
Juan Pablo II de la ciudad de Corrientes. Además de ser paya es una formadora
Global de Payamedicos y como el resto de los chicos compartió una de las
intervenciones que más la marcó.
“Recuerdo la intervención de una nena que padecía (vulgarmente conocido)
pie retorcido, que es un defecto de nacimiento en el que el pie se encuentra
torcido o invertido y hacia abajo. Nuestra labor fue trabajar el autoestima (produciente y
mamá) y utilizamos el Payafiltro: No decir palabras negativas, ni nada que haga
recordar o remitir al produciente a su enfermedad. Comenzamos a jugar
conectando, observando con un discurso potente, positivo, amoroso teniendo en
cuenta siempre la Proxemia. Creamos una
historia de Reinas y Princesas que habitaban un castillo de burbujas donde reinaba
la alegría y la felicidad. Contábamos y
formábamos el castillo en una gran ronda con burbujas, creábamos un mundo donde
ambas comenzaron a sonreír descubriendo la magia de la diversión. La nena que
estaba acostada se sentó en el medio de
la cama muy derechita y abriendo su torax , su pecho, dijo, acá estoy YO y con una gran sonrisa y una mirada dulce comenzó a moverse.”
Desde ese momento, cuanta Karina que decidió ser formadora y militar desde la acción, la enseñanza y la
filosofía de payamédicos. “Contar esta anécdota hace que contemple mi viaje de
sanación y aprendizaje y siento una enorme gratitud hacia todos los seres que
han contribuido a mi enriquecimiento interno y personal en este camino que es
PAYAMEDICOS” cuenta agradecida la formadora.
Ana Karina Campestrin, formadora de payamedicos en Chaco y Corrientes.
Payamédicos
logra transformar y embellecen las salas
que por lo general son vistas como lugares traumáticos y dolorosos a través de la fantasía, del juego y de ese otro
mundo paralelo que muestran. . Llega
para revivir los corredores tristes con luces tenues y paredes opacas, para
hacer ruido, para llevar alegría, color, esperanza, para tapar soledades y para
demostrar que se puede salir de un mal momento con solo una sonrisa.
Vuelvo a agradecer, en este caso a los paya que me contaron estas lindas anécdotas, por problemas de entendimiento de facebook recién ahora encontré el mensaje de Karina, que lamento no haber podido darle más espacio en la crónica pero que mejor historia para contar que un momento lindo de ella.
Ramona.
1 comentarios
Que lindo que hayan difundido sobre los payamedicos!. Es una profesion que deberia valorarse y difundirse mucho mas, desde el estado para que llegue a la sociedad.
ResponderEliminarSigan compartiendo articulos como este! ;)