Dicen que los amigos son los que vivieron
nuestra historia, mas que los que la escucharon contada por nosotros. Y eso es
verdad. Ayer Rufina se encontró con viejas amigas. Se encontraron a comer cosas
ricas y reírse hasta el dolor de panza. Y las viejas amigas tienen esa magia.
Son esas personas que quizá no vemos tan seguido, pero siempre están, siempre estuvieron y van a estar. Siempre.
Nos conectan con un rinconcito que a veces olvidamos, ese de los recuerdos que
sólo pueden entender ellas, porque ellas los vivieron con nosotras. Nos ayudan
a conectar lo que somos con lo que fuimos. Son esas que saben que tal o cual prenda de
ropa es “re-nosotras”, porque nos conocen el alma; son esas que aunque nos den
miles de consejos y no les hagamos caso, igual van a estar para levantarnos
cuando nos caemos. Las viejas amigas tienen algo de complicidad. Eso que hace
que con sólo mirarnos ya sepamos lo que estamos pensando. Y no hacen falta
demasiadas palabras ni largas explicaciones.
Porque las viejas amigas saben. Ellas entienden todo en pocas palabras.
Rufina :)
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