Hay voces que nunca van a ser oídas
porque las personas no le dan el espacio necesario
para dejar que se expresen.
Otras hablan desde el silencio
llevando a que uno medite cada acto de su vida
y logrando una armonía en el alma.
Muchas son obligadas a callar lo que piensan,
ya que si no lo hacen
el monstruo de poder los puede devorar.
Hay voces que tienen el tinte sonoro
del dolor, de la tristeza y del miedo,
son aquellas que perdieron la fe en la lucha
y se dejaron vencer, se desgastaron.
O puede que el miedo las vuelvan opacas
y sólo unos pocos logren oírlas
porque existe el temo a que se les robe la identidad
y sean dueñas de nadie.
Hay momentos en la vida,
donde escuchamos ecos de voces
que vienen de un lejano lugar,
por allá, donde nacen las montañas
planteándote un paisaje maravilloso y de ensueño,
pero sólo son fantasías del cantor
porque su mirada refleja el vacio
que habita en su interior.
Pero todas esas voces generan algo,
que se hace indescriptible
porque cada uno las siente según sus propias experiencias
y las lleva para que otros
las escuchen y se adueñen como ellos hicieron.
Demetria.
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