"El era un buscador. No tenía otra definición posible, porque no podías describirlo con otras palabras. Si vos le decías que el mundo era redondo, iba a encontrar la manera de decirte que no, que tras ciertas perspectivas, también podía llegar a ser cuadrado.
El me miraba, y mis mejillas se tornaban rojas. Y si decía una sola palabra, me daba vida. Me enseñaba que le gustaba mi fragilidad, y que lo realmente perfecto, iba a ser siempre imperfecto. El y yo, eramos lo mismo.
Quizás no necesitaba un beso para entender cuanto me gustaba. Quizás si...Un beso en la mejilla, en la frente y en la nariz. Su mano acariciando mi pelo cuando mirábamos una película tirados en el sillón. Su risa que me indicaba que me estaba haciendo trampa en el desconfío. Solamente su sonrisa.
Ese señor, aun no estando a mi lado, estaba conmigo. Y estando conmigo era la mejor companía posible. Siempre había algo nuevo que aprender, una historia buena para contar."
Ese señor, no fue. Es. "Que bonito es decir que soy solo de usted".
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