Cuando llegas a la nueva ciudad, muchas veces se te pegan dichos del lugar. El problema radica cuando vos tenés tus dichos de pueblerina que no te los quita nadie y los traspasas a tu nuevo mundo. Y no te entienden.
Te puedo decir “quien me quita lo bailado” o, “pone los platos que estamos todos”. Me vas a entender… Ya si te entro a hablar de los cardos rusos te la complico un poco (eso algún día va a ser tema aparte), pero cuando personifico los objetos y le pido “El” al kiosquero, señalando un alfajor Fantoche, creeme que te miran como si fueras el bicho raro del lugar.
La manía me la pego mi… hermana si. Porque esta ya no califica de amiga. Un día fuimos a ver un par de sandalias (dicho sea de paso, llegas y te volves HIPERCONSUMISTA porque empezas a tener plata que la tramitas vos. Y es difícil viste, con tanta cosa linda dando vuelta en la vidriera) y vio las sandalias perfectas y dijo: Quiero ELLAS! Olvidate, no me lo despegas mas.
Hasta aca iba todo mas o menos normal. Hasta que descubrieron que también, cuando hablaba de mi persona, hablaba en primera persona. La Alber dice que si. La Alber dice que no. Quien tiene batería sambung? Pregunte. La Alber! Conteste (haber si te acordás de eso Flower Power).
Lo asumo, hablo mal. Bah, ni siquiera. Ustedes me entienden, yo me entiendo. La Alber no estará aceptada por la real academia española, pero mientras me acepten ustedes, va a estar todo barbaro.
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