Sonó mi celular. Era mi vieja diciéndome que me extrañaba, que hacía mucho que no iba, que vaya, bla bla. Me hice la dura un rato y después miré el calendario. Si, estaba hasta las manos con los parciales pero fue, iba a ir igual.
Me fui casi a los saltitos hasta la terminal y me agarró ese miedo post-futura pasajera, TÍPICO, de que me iba a pasar si no había pasaje. Pero cuando lo tuve en la mano, con mi nombre ahí en el medio, me sentí mas feliz que tortuga con rueditas.
Dos días antes ya tenía la valija echa. Hacía dos meses que no iba a Victorica, sabes las ganas que tenia de irme? El jueves estuve media hora antes en la terminal. No quería que el colectivo se fuera sin mi (obvio), pero antes me encargue de volver locos a todos mis amigos contándole 40 veces que volvía. Volvía a mi casa, mi novio, mis amigas, mis perros, mis viejos, mi centro (de dos por dos) pero mío.
Llegué y pasé el mejor finde de mi vida (o eso pienso cada vez que vuelvo, por lo menos). Vi a medio pueblo, pelee con mi hermano, no me despegue de mi novio ni de mis amigas. No salí, no. Pero me levanté temprano a tomar unos mates con mi vieja. Pero ojo que llega lo mas importante: Comí comida casera. CA SE RA. Hacía mas de dos meses que me largaba a llorar cuando cenaba fideos blancos viendo Dc. House!
Peeeeeeeeeeeeeero... llegó el domingo...

Señales de es un día deprimente y que me intentan levantar el animo con cualquier cosa:

  • Mi novio, divino, cae con un regalo que me encantó, diciéndome que el año que viene no va a haber mas despedidas.
  • Mi tía se aparece con una tarta de frutillas contándome que mi prima se volvió a Córdoba mas deprimida que yo (todo un consuelo).
  • Atrás de un paquete de facturas, empanadas caseras, y pastelitos están mis amigas que vienen a despedirse.
  • Mi viejo me da plata.
Llegué a la terminal, mi vieja me abrazó y me dijo que me iba a extrañar. Mis amigas me saludaron a los gritos, mi viejo renegaba con la típica (cachensé esta): La próxima traete el cajón, no la cómoda entera. Mi novio me da un beso, me dice que me ama y a la fuerza (porque el chofer me mira como diciendo: dale nena, que tengo hambre) entro al Plusmar sabiendo que en 10 horas voy a estar otra vez sin mi casa, mi novio, mis amigas, mis perros, mis viejos y mi centro de dos por dos."
Pero sé que voy a llegar, y ustedes me van a hacer reir. Vamos a ir a Moreno a tomar unos mates, les voy a contar como me fue, me van a contar que hicieron en su vida, y me van a recordar porque cuando vuelvo (tambien) soy feliz: Porque estoy acá para cumplir mi sueño, y ustedes, me acompañan en ese camino.

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