Apago la luz porque mis ojos ya se cierran sobre el “cuaderno de Maya”. Miro a mi costado: el placard cerrado. La puerta entreabierta de la pieza deja entrar un poco de luz desde la cocina (todavía no entiendo como no se me quemó el foco si vive prendida!). Escucho: Tacos, de arriba. Una mesa, el vecino. Persiana, el de abajo. PIIIIIIP, la cafetera. Me duermo (intranquila, igual) tapada hasta la cabeza, porque es como la capa de invisibilidad de Harry Potter.

Listado de miedos: a las arañas, a la oscuridad, a los… no, pipi me va a retar si lo digo, a que la radio se prenda de la nada (si si! A Elpo le pasó), a los sonámbulos, a Samara y Toby, a las arañas (lo dije, creo), a las sombras, a las películas de terror, a mi papá cuando me amenaza con no dejarme salir.. ah, se la creyeron tontitos!, a los barcos, a la profundidad, a la abuela de mi novio.

Lo asumo y con todo el orgullo del mundo, yo soy coraje el perro cobarde. Me asusto hasta de Scooby Doo. Sin embargo hay ocasiones en que se me pasa. Contadas, y todas coinciden en un punto…